LA FIGURA DEL "CONQUISTADOR"

Quien recuerda la naturaleza fáctica del conocimiento occidental del mundo, comprenderá que la técnica que hizo posibles estos viajes, y los motivos que a ellos impulsaron no pueden ser separados como algo añadido y contigente, sino que deben ser considerados como una parte integrante de la decisión que dice: "la Tierra es redonda y queremos conocerla toda alrededor".  Las carabelas y los galeones que navegaban doblando el Cabo hacia la India y por el Océano Atlántico hacia América, y por el Pacífico hacia Asia oriental, eran bastante pequeños: el barco mayor de Vasco de Gama tenía 120 toneladas, el mayor de Colón, 280. Pero frente a los barcos medievales esto significaba ya una ampliación considerable en el calado.  Las experiencias de los italianos en la construcción naval fueron para esto fecundas.  La piedra imán era conocida en Occidente desde el siglo XII, y la brújula desde el XIII.  Pero mientras que la empresa de Vasco de Gama y de sus sucesores es todavía, por decirlo así, una navegación de cabotaje en grande, la hazaña de Colón significa la decisión deponer la brújula en el lugar de la costa.  Por primera vez entonces el barco y el hombre se hacen completamente libres, en la seguridad de la fe de que la Tierra es redonda.  Mediante la brújula se ha dicho que se ha insuflado en el barco algo espiritual; apenas se puede expresar mejor lo que significa que un ser se vuelva capaz de determinar rumbos allí donde la naturaleza y el instinto no prestan ningún apoyo externo.  El astrolabio, para determinar la altura de las estrellas, se debe a los alejadrinos y a los árabes, la ballestilla la inventó el mismo Occidente.  Efemerides, esto es, anuarios en los que está calculada la posición de las estrellas para cada día, las editó para los años decisivos de 1475 y 1506 el gran ciudadano de Nüremberg Regiomontanus; a través de Behaim llegaron a Lisboa.  Nüremberg proporcionó, además, el reloj perfeccionado y muchas mejoras en los instrumentos astronómicos.  Preguntar si la técnica, con la que se partió, era primitiva o moderna, suficiente o insuficiente, es una cuestión baladí.  Toda técnica es equipar a una voluntad hasta el punto en que precisamente pueda dispararse.
Pero en los motivos que impulsaban al viaje había tanta confusión como en las ideas de lo que se buscaba, y en las explicaciones de lo que se descubría; tal confusión de verdad y mentira, se podría decir, si fuera posible distinguir los motivos en verdaderos y falsos.  El motivo de traer a los pueblos paganos al cristianismo no falto nunca.  Algunos frailes y clérigos entraban siempre en la tripulación de los pequeños barcos.  Por claros que estén la sed de oro y hasta la de sangre, el afán aventurero y la ambición de dominar, tenemos razones suficientes para no considerar hipocresía que incluso las más duras y crueles naturalezas de conquistadores se sintieran también mensajeros de la fe.  Bautizar a los paganos y cortarles la cabeza son dos cosas que viajan juntas en las naves.  A veces son bautizados y se les hace la merced de aplicarles no el garrote, sino el hacha o la espada, porque un cristiano tiene derecho a una muerte honrada.  El cálculo de que, según San Agustín, desde la creación hasta el final del mundo habría siete mil años, y que de este plazo habían transcurrido seis mil ochocientos cuarenta y cinco, influía en algunos, por ejemplo, en Colón, y les impulsaba a darse prisa.
Pero la lucha de la cristiandad era para el fiel Occidente no sólo un mandamiento general, sino que tuvo una muy concreta orientación histórica, especialmente para los españoles y portugueses.  Las victorias de los Reyes de Castilla sobre los moros eran todavía un recuerdo vivo, e incluso una realidad presente; sólo en 1492 fue reconquistada Granada.  El celo cristiano por la fe y la sed caballeresca de aventuras pasaron casi directamente de la Reconquista a la época de los descubrimientos.  El infante Don Enrique, el Navegante -aquel príncipe que sin navegar él mismo educó a los portugueses para ser una nación de marineros y a Portugal para ser una potencia marítima- esperó siempre encontrar, a espaldas de los moros, aliados contra ellos y levantar la guerra contra el Islam a partir del Sur; es cosa conocida el papel que en ello desempeñó la creencia en la existencia del rey Preste Juan.  Cuando los portugueses llegaron a la India hallaron por todas partes el mismo enemigo que en las generaciones pasadas habían expulsado de su propio país: estaba en manos de árabes el comercio de la India hasta Malaca.  La lucha contra las bases mahometanas en la India y en las islas, las incursiones contra la costa del África oriental, contra la Arabia meridional y el golfo Pérsico, las batallas navales contra las escuadras árabes y egipcias eran, por consiguiente, además de guerra comercial, una guerra de religión en gran estilo, y, a la vez, un poderoso contragolpe de la Reconquista en una parte del mundo completamente distinta.  La lucha contra los "infieles" se hizo agresiva en los países del núcleo del islamismo, y fue llevada a los centros de su comercio mundial y de su riqueza; así fue entonces sentida y legitimada.  El gran Alburquerque reconoció el primero la conexión en la historia universal del espacio entre África oriental y las Molucas, y levantó la potencia mundial de Portugal con las victorias que alcanzó en todas partes.

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