LOS CABALLEROS TEUTÓNICOS

Evitamos, como siempre, y especialmente al caracterizar la baja Edad Media, la expresión "época de transición"; expresión penosamente abstracta; pues la realidad histórica es siempre concreta y también allí donde crea situaciones oscilantes, revista las nuevas criaturas de formas que se mantienen, y sus hechos los relaciona hacia dos lados, siendo presente decidido y característico.  cuán concreta es la historia se muestra de la manera más hermosa en aquellas formaciones históricas que todavía son un trozo de imperio y a la vez ya plenamente razón, y en una palabra son mundo totalmente gótico.  Entonces es la situación vacilante entre las épocas, plenamente positiva, a saber, se ha concretado como plenitud pura e contenido, y la trabazón del pasado y del futuro se ha convertido en presente unívoco.
Como amplia zona al Norte del imperio, al Norte de todo el Occidente, está en la Edad Media tardía el poder de la Hansa.  Del comercio de las viejas ciudades en el oeste del imperio, del tráfico mercantil medieval por mar y tierra surge, y se extiende a partir del siglo XIII la potencia mundial del comerciante hanseático, desde Londres y Brujas hasta Novgorod por el Este, y por el Norte hasta Bergen y Estocolmo.  Es un edificio no de firmes dominios, sino de elementos más bien pequeños y flexibles, pero muy capaces: de privilegios, arreglos particulares, seguridades de derechos y monopolios efectivos.  El centro de todo fue primero Wisby en Gotlandia; cuanto más amplio se hizo el radio de acción de las carabelas, tanto más pasó a se Lübeck el centro.  Un contenido de mayor poder en el imperio la Hansa ni lo buscó ni lo hubiera podido hallar.  Pero ella misma de por sí es una universalidad, y a partir del centro ejercita desde su propio centro un poder sobre amplias zonas del Occidente y, desde luego, de modo plenamente racional.  Muy ahorrativa de medios guerreros, pero con un arte política que puede resistir al de cualquier estado, y muy sin escrúpulos para aplicar métodos de lucha económica, domina como suelen dominar la riqueza, el pensamiento habituado a los amplios espacios y un consciente espíritu de empresa.  Las formas de construcción y de acción son siempre los de una sociedad, pero dan espacio a la más libre iniciativa de cada una de las ciudades y cada uno de los comerciantes.  En el siglo XIV se presenta un modo de llevar los negocios muy racional, con libros, comisiones, compensación de pagos, pero también la empresa capitalista sigue ligada al too de manera disciplinada.  Esto no es, en verdad, ninguna transición, sino contenido plenario de una realidad histórica que está en su propio tiempo.
No es ninguna casualidad que allí surgiera una forma nueva y septentrional del gótico.  Las grandes iglesias de ladrillo de las ciudades hanseáticas, especialmente en la zona wenda, son espíritu de la Hansa y son más: son imperio que, desde luego, en la realidad política, apenas actúa aún como imperio, sino sólo como fuerza activa, impulso y sentido de responsabilidad en los hombres.
A la misma altura y honor asciende el goticismo de la orden de los Caballeros Teutónicos, cuya ascensión, plenitud y caída es contemporánea con la Hansa, cuyos grandes maestros son exactamente tan agudos diplomáticos como las cabezas políticas de la Hansa, y además fieles del Imperio y de la Iglesia.  Los hermanos son caballeros y luchadores elegidos, y que han jurado justicia y disciplina conforme a la regla de San Benito.  Pero el estado y su política son lo más racional en razón política que hay en Europa. Entre el trabajo de la espada, los magnates políticos y la obra de colonización, madura la mística piedad de la Teología alemana.  Las iglesias son a la vez fortalezas capaces de defensa.  Desde Marienburg la imagen de la Virgen María mira como una imagen de misericordia, pero también como un estandarte de campaña sobre la tierra conquistada.

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