¿Quién es el Imperio? ¿Quién la fuerza que lo mantiene? Muchos pretenden serlo y lo son en realidad. Estamos ante la ruptura de la unidad y la detención en la ruina. En la esfera de la política de fuerzas está esto en el grado más simple y claro. En ese campo es el Imperio bizantino la única gran potencia del mundo cristiano hasta entrado el siglo VIII; es el imperio no sólo por legitimidad, sino por eficacia. Entre los isaurios, sirios, frigios, armenios y macedonios, que a partir del 716 se sientan en el trono imperial, algunos son grandes y muchisimos son dominadores poderosos, más poderosos como jefes militares que como estadistas. Siguieron manteniendo al Imperio contra todas las presiones del Sur, Este y Norte, y volvieron a darle su relevancia mundial después de que a veces se había quedado reducido a los mismos alrededores de Constantinopla. La figura decisiva es León III (716-740), tanto como vencedor de los árabes como restaurador del Estado. La obra de reforma que se conoce bajo su nombre (reforma del campo, que crea gente buena para la guerra, constitución en thémata, que concentra en una mano la fuerza civil y la militar en las provincias, la enérgica concentración del poder del Estado en el emperador, eliminando los poderes intermedios), en realidad, no procede de él y no es todo obra suya. Justiniano comenzó la obra, Heraclio la continuó, pero fue León III el que la llevó con dureza y grandiosidad a su fin último. Con esto se creó el Bizancio de la primera Edad Media, poder imperial y económicamente floreciente, capaz en la guerra y dueño del mar, y por fin vencedor de nuevo en todos los frentes, el cual alcanza su punto más alto bajo los emperadores de la dinastía macedonia en los siglos IX y X y se sostiene hasta después del fin del milenio.
En este bloque se rompe la ola de los árabes. Los ataques agudos de la primera época tuvieron a veces, naturalmente, que rechazarlos los poderes locales, por ejemplo, en el Oeste, los Carolingios. Pero, a la larga, y en la época en que el impulso agresivo del Islam hacía tiempo que perduraba, sólo el terco luchar por países determinados y puntos claves fue decisivo. Bizancio se acredita como el centro de la resistencia. sus ejércitos, flotas, hábil política, se los encuentran las potencias mahometanas por todas partes donde atraviesan las fronteras que habían alcanzado en el primer asalto. Desde mediados del siglo IX, Bizancio está en afortunado contraataque. Es muy significativo que el emperador Basilio reconquistara Bari en 875; con ello, Italia y el Adriático quedan libres de los árabes. En el Oriente, se reconquistan en el siglo X Armenia, Mesopotamia septentrional y Siria del Norte. Estas son victorias ganadas no sólo para BIzancio mismo y para el Oriente, sino para toda Europa.
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