ERASMO DE ROTTERDAM

De los grandes reformadores es Zuinglio el que está más cerca del teísmo racional, y, en cuanto a una parte de su ser, está realmente dentro de él.  Une la doctrina de la justificación según San Pablo y San Agustín, con la fe filosófica en la omnipresencia de Dios; el Evangelio con Séneca y Pico de Mirándola. el dogma de la elección por la gracia está completamente determinado por la filosofía estoica, y la ética clara, viril, orientada hacia este mundo del cristianismo de la Reforma, por la ética de los clásicos.  Si se mira hacia adelante al siglo XVII, Coornhert y Arminio, los socinianos y los deístas, todos son miembros de un solo desarrollo que brota de esta teología racional del humanismo y, en especial, de Erasmo de Rotterdam.
Pues la figura típica y central de este movimiento espiritual europeo no es otro que Erasmo.  Hay que sospechar que en la historia de los representantes típicos de una causa, en el caso de que ellos a la vez sean los más grandes, representan no el esquema de ésta, sino de modo muy personal una sublimación y consecuencia individual de las mismas.  Erasmo dirigió durante una generación el movimiento antiescolástico, y ¡con qué autoridad europea!  Mediante su edición crítica del Nuevo Testamento, y con sus trabajos sobre la patrística, abrió a la investigación la escritura y la primera época histórica del cristianismo.  Cuando, naturalmente, la pura escritura fue utilizada por los reformadores contra la tradición escolástica, él retrocedió aterrado.  Y cuanto más aguda y total se volvió la lucha, tanto menos podía él comprender por qué no le era permitido seguir contemplando.  Es un moralismo infecundo hablar en esto de cobardía o simplemente de falta de capacidad de decidirse, por comprensible que sea que la época, por ambas partes, le haya hecho estos reproches.  Pero Erasmo se había decidido a su manera, a saber: en pro de una existencia espiritual y en pro del derecho de la razón a reflexionar soberanamente sobre todas las cosas, incluso sobre el contenido de la fe.  Manteniendo esta posición él está siempre seguro, y en la defensa de las condiciones de tal existencia muestra terquedad y capacidad para resistir. Una de sus objeciones contra la Reforma en la lucha es que "siempre donde gobierna la reforma luterana hay una decadencia de la ciencia".  ¿Qué sería de la razón sin la fe en que ella misma, y no la pasión, es la clave de la verdad?  Un profundo Elogio de la locura, que es necesaria para la vida, porque sin ella no hay ni amor ni arte, ni valor ni dominio, puede unirse con ello.  Pero sólo la razón puede disminuir contrastes, limitar inteligentemente pretensiones, fundar unidad y orden.
El racionalismo de Erasmo es la fe en la razón como potencia protectora, ordenadora, moralizadora.  Como en cada árbol sólo pueden crecer sus propios frutos, no se podía pedir que en éste surgiera otro cristianismo que el humano, racionalmente ilustrado, pero conservador en relación con el orden externo, de sello erasmiano.  Se puede encontrar horrible la proposición de que "el cristiano que vive piadosamente es el verdadero epicúreo", pero es uno de los extremos posibles en una secularización del cristianismo por la razón.
No hay que subestimar en absoluto la religión y la teología racionales que comienzan en el humanismo, ni tampoco su valor humano ni su significación para la historia de Europa.  Ella preparó e impulsó la reforma, todas las reformas, incluso la de la propia Iglesia Católica.  De todos modos, casi todos los espíritus humanistas retrocedieron asustados, no por de pronto, al estallar el tumulto de la renovación efectiva, sino después, cuando se hizo claramente visible la seriedad de la decisión religiosa; en este punto, también el retroceso de Erasmo es en su sentido de norma y término medio un destino típico.  Sin embargo, el aire espiritual de la Reforma se creó en ese ambiente, incluso hasta en sus tronos militantes.  Es como una primavera.  La teología escolástica cae porque la razón confía en el libre curso de su pensar.  Contra la disciplina moral externa y contra muchos abusos de la Iglesia se levanta la conciencia del hombre occidental con la confianza en el propio saber.  todo lo grosero, mezquino y corrupto del monacato no sólo es objeto de burlas ingeniosas, sino condenado en nombre de una sana moralidad, y por eso la burla produce un efecto liberador.  Una definida opinión pública contra la gente de las tinieblas va despertando.  Personalidades violentas y orgullosas aumentan en gran número, no tan universales como los genios del Renacimiento italiano, pero abiertos al mundo y en él satisfechos, entregados a la vida práctica y sintiéndose afines a los antiguos, y a la vez piadosos de un modo cordial.  Hay poquísimos intentos de unir la interioridad alemana con la mundanidad activa de una forma tan grandiosa.  Una página como el caballero de Durero dice todo sobre ello.
No sólo para la historia cultural interna del hombre occidental, sino también para la conexión causal de las nuevas realidades políticas, significa muchísimo el espíritu de la nueva piedad.  En muchas cortes, en muchas ciudades, influye el humanismo.  Erasmo fue a veces una potencia europea no sólo por su latín, su ciencia y sus cartas, sino como posición en la lucha europea.  En el ambiente español de Carlos V, incluso ante el mismo canciller Gattinara, él es considerado a veces como un tercer partido entre papistas y luteranos, que era el único en ver la totalidad, como verdadero campeón de una Iglesia católica reformada y del bien del Estado.

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