DE LA POLÍTICA A LA POLIS

Las nuevas comunidades políticas que se forman después de la terminación de la época de las invasiones con extrema vairabilidad, con el mayor progreso en la Anatolia jónica, del modo más primitivo en el Oeste de la metrópoli, en ninguna parte se enlazan con los reinos de la época micénica, sino que en todas partes comienzan de nuevo; ante todo, naturalmente, allí donde han llegado con mayor fuerza las nuevas tribus inmigrantes.  El Estado de la edad media griega es una formación que surge de sus propias raíces.  se basa en la transformación de las antiguas comunidades defensivas de los hombres plenamente libres bajo la influencia del sedentarismo; de ese modo, es una formación típica, de la que hay muchos paralelismos en la historia de los pueblos migratorios.  La transformación de las asociaciones tribales en asociaciones locales, la disolución de las unidades migratorias mayores con su fijación al suelo, el refuerzo de la nobleza por la propiedad territorial, el retroceso de la monarquía ante el consejo de las estirpes nobles: todo ello se presenta siempre que pueblos emigrantes se vuelven sedentarios en alguna parte.  Pero entonces se realizan estos procesos típicos, no sólo de tantas y tan variadas maneras como es de variado el territorio de Grecia, sino que muy pronto, también en marcada competencia con todos los vecinos, y sólo por esto alcanza su forma clara lo que en otras partes es forma aproximada.  A lo más tarde, desde el 800 a.C. están en marcha, entre todos los estados griegos, el juego excitante de la política con sus combinaciones incesantemente cambiantes, en las cuales, sin embargo, siempre se repiten ciertas figuras fundamentales, con una dureza que sólo es posible entre consanguíneos, con voluntad de decisión total, voluntad que es apenas atenuada por las reglas del agón, pero en cambio llevada a extremos de crueldad por la estrechez del territorio disponible.
Sólo pocas regiones quedan fuera y en paz, en parte debido a su aislamiento, como Arcadia; en parte, porque temporalmente quedan en zonas donde las energías políticas se neutralizan mutuamente.  Los lugares sacros panhelénicos detienen la guerra civil en las épocas santificadas, pero no impiden que al día siguiente vuelva el derramamiento de sangre.  Incluso la gran obra de la colonización, en la que intervienen casi todas las tribus griegas y de la que proceden muchos centenares de ciudades, se vuelve relativa si se piensa en las luchas que se realizaron en la misma época en la patria.  Para el que se detenga a considerarlo, la colonización de los siglos VIII a VI, ella sola es de por sí una hazaña que apenas se comprende.  Pero la parte principal de las energías políticas mientras tanto estaba siendo absorbida  por las luchas intestinas en la metrópoli.  Y así resulta la colonización como un exceso y sobrante, como una sangría sin la que la alta presión política hubiera sido peligrosa para la vida.  Además, las ciudades coloniales, en cuanto no se desplazaron a zonas lejanísimas, no estaban en absoluto fuera de la política continental.  También en el juego de ellas hay facciones y avanzadas, figuras y respaldos, posiciones de colaboración y posibilidades de intervención, y sigue existiendo todo esto hasta la guerra el Peloponeso y aun después.
La movilidad política de la edad media griega no es una apariencia que se dé porque sepamos más de estos siglos que de otras épocas.  Ocurre lo contrario: sabemos poquísimo de los siglos VIII y VII.  De la rebelión de Mesenia, en el siglo VII y de la segunda guerra mesenia, que ganó para los espartanos definitivamente esta región, tenemos sólo una tradición legendaria.  Poseemos, sin embargo, las elegías de Tirteo; en ellas reluce como un foco toda la dureza de las luchas en que el Estado de Esparta adquirió su dominio territorial y a la vez su forma propia.  De la misma manera ocurre en otros lugares.  Recuerdos gloriosos, tradiciones de estilo semilegendario, ruinas salvadas casualmente de testimonios contemporáneos, versos de Arquíloco y Teognis, sentencias que corrieron de boca en boca, alumbran el campo lo suficiente para que podamos presentir la Ilíada de estos siglos al menos en sus fragmentos principales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me interesa mucho su opinión. Modero los comentarios exclusivamente para evitar contenidos inapropiados.