LA RELIGIÓN ROMANA

Una religión determinada pertenece a esta existencia política de larga duración y llena de conciencia.  Las figuras griegas, que fueron atribuidas a las divinidades romanas -primero por mediación de los etruscos; después por contacto directo con la Hélade-, no deben de engañarnos sobre el hecho de que la religión romana es por su sustancia algo completamente distinto de la fe griega.  Ideas y sentimientos primitivos itálicos comunes se van estratificando sobre ella y siguen operando hasta el fin.  Las divinidades romanas no son un "mundo de dioses", son apenas figura en el sentido griego y, en modo alguno, humanidad realzada.  Son casi cosas, cada pieza un mundo por sí, cada deidad un orden de soberanía, que le da al mundo su estructura.  Divinidades para las que no hay ninguna correspondencia plena, como Jano, Vesta, Belona lo demuestran con mayor claridad.  Pero la actitud de los hombres respecto de la divinidad que se llama religión, empieza a ser propia por primera vez sólo de los romanos.  Con la res pública, la religio es una invención de Roma, es decir, una parte de su esencia.  Religión significa que el hombre atiende a las indicaciones que la divinidad le hace mediante señales, y obra según ellas.  Fatum no es allí el destino, que también es incomprensible para los dioses, sino lo que está "dicho" por los dioses, conforme a lo cual tiene el hombre que gestionarse a sí mismo.  Pero lo contrario de la piedad no es la hybris, que, tan cerca como estaba de los griegos, apenas era un peligro para los romanos, sino el descuido, la negligentia, que generalmente ocasionaba las derrotas.
Según este cuño, es la religión romana exactamente una parte de su Estado.  El senado vigilaba atentamente sobre las viejas costumbres, especialmente de religión.  Se opuso a los misterios y suprimió las bacanales cuando penetraron en Italia en la época helenística.  en la marcha hacia la evolución política alcanzaron los plebeyos acceso, lo mismo que a las magistraturas, a la mayoría de los cargos sacerdotales.  La época y la actividad de Apio Claudio el Ciego fueron decisivas también en este aspecto.
Naturalmente, es una estéril abstracción describir tal constitución de la vida política sin hacer referencia a los destinos y realidades históricas entre los que aquélla crece.  Como orden, para que haya orden, como obra de arte político, las constituciones no surgen nunca, y ne todo caso tales constituciones jamás.  Surgen como respuesta a cuestiones, esto es, como respuestas a situaciones, como armamento contra peligros, como armadura para luchas, como preparación para tareas duraderas.

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