HACIA LA PAX ROMANA

Tras la batalla de Pydna, entre otros rehenes griegos llegó a Roma Polibio.  Quien no era un gran investigador de historia, ni siquiera un historiógrafo pasable, después de fracasar en los pequeños asuntos de su patria aquea como político, adquirió, ante el mayor tema histórico que había, la amplitud y profundidad política  de miras que lo hizo capaz de fijar para siempre el proceso histórico universal de los cincuenta años que acababan de transcurrir: la ascensión de Roma a potencia universal, gracias a la guerra contra Aníbal, la unificación de la ecumene bajo el dominio romano.  Este extranjero comprendió, con sus conceptos secamente racionalistas, la auténtica grandeza de Roma con más profundidad que cualquier historiador romano.  A ningún historiador de la antigüedad debemos tantas enseñanzas como a Polibio, dice Mommsen en su Historia de Roma.
Casi todavía más importante que la obra historiográfica de Polibio fue la existencia que llevó en Roma.  En trato íntimo con el hijo del vencedor de Pydna y su círculo, llevó el espíritu griego a la mejor juventud de Roma, convertida ahora en señora del mundo.  Entonces se estableció el enlace entre la romanidad y la filosofía estoica, gracias a él y a Panecio, después en el siglo siguiente, al más grande de los tres: Posidonio.  Enlace entre dos miembros que estaban tan creados en uno para el otro como pueden estarlo una realidad política y una forma espiritual..  Y no sólo se celebró este enlace, sino que Roma se abrió a toa la plenitud de la cultura griega, que Posidonio incorporó todavía con maravillosa grandeza.  La influencia cultural griega es en Roma tan antigua como Roma misma.  Pero ahora el espíritu griego se convierte conscientemente en contenido del pensamiento romano; la humanidad griega conscientemente en norma de la voluntad de poder romana.  La palabra humanitas recibió en este círculo para siempre su cuño.  Grecia venció a su vencedor, como siempre se ha dicho sobre este proceso.  La frase proviene de Horacio, pero Horacio añadió muy justificadamente que los romanos no sólo se habían apropiado plenamente  las formas griegas, sio que las llenaron fecundamente de contenido romano.

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