TEODORICO EL GRANDE

En la batalla contra los alamanes debe Clodoveo haber prometido recibir el bautismo,  Era una promesa prudente, y aún fue más prudente la manera de cumplirla: se volvió católico.  Ello o significaba sólo que los romanos se convirtieran en sus amigos dentro de su propio reino, sino también que los católicos, especialmente el clero, se convirtiera en los países de sus enemigos en sus aliados secretos.  Y significaba aún más: también en este puto Clodoveo apostó con seguro instinto a la carta del futuro.  Evidentes síntomas indican que el arrianismo, desde el fin del siglo, empieza a desmembrarse; con la caida de los reinos meridionales se desvaneció por completo. La hazaña de Wulfila y las consecuencias que a lo largo de dos siglos se habían derivado de ella pasan a ser un mero episodio; sólo queda por recordar en este caso que en los períodos de tiempo en los que se trata de decisiones universales también caben episodios de dimensión universal.Falta mucho para que los francos, por no hablar de las otras tribus germánicas que se habían incorporado al reino franco, se hubieran hecho de un solo golpe cristianos.  El paganismo y la Iglesia, lo mismo que germanismo y romanidad, e incluso las distintas tribus, convivían conjuntamente en Francia y disfrutaban de una libertad de su derecho propio como sólo es capaz de garantizar un estado fuerte.
Mas con la decisión de Clodoveo, que sus grandes siguieron, incorporó la Iglesia a la estructura del estado, naturalmente como Iglesia del Estado, que quedaba independiente de Roma, sometida al rey y limitada en sus favores.  Esta estructura estatal es un poco primitiva e inepta comparada con el perfecto orden administrativo del bajo imperio.  También es poco varia, porque perviven muchas instituciones romanas y el derecho de las distintas naciones con sus propios jueves había sido mantenido en vigor. Pero la medida necesaria de orden pacífico, derecho del reino y administración central fue impuesto.  La nueva burocracia de los condes llevó la voluntad real a todas partes del reino.  Y en lo demás la Iglesia era el gran contrapeso de la unidad frente a la pluralidad; sus obispos eran precisamente órganos políticos.  Era, por consiguiente, una estructura política que, en resumen,  con la estructura más sencilla estaba pensada con la fortaleza más eficaz, y desde el primer momento con las más amplias perspectivas.  Una política habilidosa y la violencia declarada, por sí solas, no han llegado nunca en la historia a crear una estructura estatal a prueba de crisis;sólo un logro creador de un orden es válido ante el futuro, y así fue también en este caso.

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