Como aspecto negativo hemos de señalar que todo el Occidente acaba dividido en reinos. Desde la victoria de Clodoveo sobre Siagrio ya no hay en el Occidente ninguna parte real del Imperio, excepto los restos en Italia que los longobardos dejan en pie. Tampoco la Iglesia une al Occidente, y ahora hay que decir: todavía no lo une. Pues el obispo de Roma no es todavía en modo alguno un centro que actúe en todas partes; a veces lucha él por este papel futuro, a veces no tienen ni idea de él. Por primera vez la Iglesia experimenta también por su parte la división de Europa en una pluralidad de estados. A esto se suma que los germanos en los primeros ciento cincuenta años están reunidos por su arrianismo contra la Iglesia romana, y por consiguiente también contra el legado antiguo que en ella se guarda. Hacia fines del siglo V está la máxima expansión del arrianismo, que es propagado especialmente por los visigodos. Son arrianos, como ya las bandas de Odoacro, los ostrogodos en Italia, los vándalos, los visigodos, los suevos, y entonces todavía los burgundios. La oposición a los católicos romanos es a veces muy violenta, y a veces hasta belicosa. Pero no se debe admitir demasiado precipitadamente una íntima afinidad electiva entre la doctrina arriana y el espíritu germánico. como logro dogmático, la teología del sacerdote alejandrino no es particularmente grande: es monoteísmo racional, un derivado de la teología de Orígenes, pero sin su profundidad filosófica, casi un trozo de Oriente dentro del cristianismo; que Jesucristo sea un Hombre heroico no es ciertamente el sentido primitivo de aquélla. En buena parte tuvo la culpa el acaso de que en el imperio de Oriente predominara la confesión de fe arriana cuando Wúlfila fue consagrado obispo. Pero el hecho de este primer obispo de los godos y traductor de la Biblia ha influido durante más de un siglo; existía una cristiandad germánica "gótica", con su propia conciencia de sí. A la vez, la Biblia y la liturgia goda eran más importantes que la diferencia dogmática. Con ello se impuso al mundo romano no una separación, pero sí una saludable tensión. Pero que el cristianismo, que tomaron con celo, desarrollara entre los germanos desde el comienzo una vida propia, y al cabo, a pesar de su origen oriental, se convirtiera en cosa del Occidente, ya no se debe a causas externas y contingentes, sino a razones internas, y por eso no es tocado tampoco por la decisión del rey de los francos de pasar a la fe católica.
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