PUNTO DE PARTIDA DEL MARXISMO

También los revolucionarios de la sociedad industrial se adhiere de todo corazón a la fe en el progreso, y para ellos progreso, considerado exteriormente, hasta significa en gran medida lo mismo que para el liberalismo burgués, es decir, más técnica cada vez, cada vez más industria (sólo que organizada de modo socialista), igualación de los estados nacionales (sólo que a favor del proletariado internacional), economía mundial (sólo que no como mercado capitalista).  Que sobre el suelo de la sociedad industrial surjan dos conceptos de progreso que se combaten rabiosamente, muestra con qué contradicciones está cargado este sistema, en el que una parte celebra su armonía y la otra su dialéctica.  Pero que ambas partes celebren la historia de la humanidad como progreso, y el siglo presente, en un sentido o en otro, como la crisis esencial para llegar al fin, muestra que el siglo XIX ha presentido muy bien qué crisis iba a significar.
de la buena docena de teorías revolucionarias que en general desde París salieron zumbando por los aires resueltamente, la teoría marxista, no sólo porque causó los mayores efectos en la historia universal, sino porque en ella está pensado hasta el extremo lo que en las otras se ha hecho palidecer utópicamente o se ha convertido en eolucionistamente inofensivo; Hegel ha especiado con una décima parte de su lógica metafísica el materialismo de su criatura póstuma.  El punto de partida del marxismo es que plantea el sistema industrial como la única realidad, con abstracción de todas las circunstancias del antiguo orden popular, que,sin embargo, siguen estratificadas en su rica variedad: campesinado, clase media y pequeña burguesía, como si sólo existieran los distritos industriales y entre ellos no existiera nada.  La pretensión de la sociedad industrial  de ser el todo y el único portador del futuro se toma así peligrosamente en serio; el revolucionario coge al mismo tiempo a la época por su palabra.  Y en esta sociedad industrial se encuentra justificadamente que no es la consabida armonía de los intereses, sino la lucha de clases latente o incluso declarada.  Ciertamente, como dice el Manifiesto Comunista, la historia de toda la sociedad, hasta ahora, es la historia de la lucha de clases.  Pero en las épocas anteriores, la lucha de clases era múltiple, confusa, impura y mezclada con otras contraposiciones.  En la sociedad industrial, se concentra en una oposición única y se muestra desnuda. El siglo XIX es el cenit en la historia de la lucha de clases de la humanidad, es decir, el cenit de la historia universal en general.

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